En tiempos lejanos vivían los dioses. Dioses que no conocemos. Una diosa muy representativa era Venus, diosa del amor.
Un día, mientras se miraba al espejo, se peinaba con su cepillo de plata para salir a buscar flores a su jardín, cerca de su palacio.
Juntaba las flores más bellas. En ese momento vio a Cupido, el dios del amor. Cuando éste la observó juntando flores, quedó tan prendado que proclamaba hacer cualquier cosa con tal de que ella lo quisiera. Como será que hasta le clavó una flecha invisible de amor en el corazón.
Desapareció Venus, entonces Cupido dijo-¡¡¡No!!! Se ha ido. Tengo que encontrarla lo antes posible porque sino el hechizo de la saeta se acabará y vendrá Atrus el dios del divorcio, separará a todas las parejas que he formado y no seré más el dios del amor.-
Cupido salió volando para encontrarla, pero era inútil, no la veía por ningún lado. Preguntó en castillos, palacios y templos. Se cansó de tanto andar y no encontrar respuesta, entonces decidió tomar energías luego de dormir una siesta.
Se acostó en las raíces de un frondoso árbol. Luego escuchó que una puerta se abría y al ver se dio cuenta de que era ella. Dijo-¡¡¡Si!!! ¡¡¡Es ella!!! Entonces sacó su flecha de amor, la colocó en su arco y apuntó directo a su corazón.
-¡Di en el blanco!- se dijo e incorporándose de un solo salto vio venir a su amada corriendo con una bellísima flor entre sus cabellos. Los dos extendieron sus brazos y fueron al reencuentro. Se abrazaron tan fuerte que ya nadie logró separarlos.
Luego de contraer matrimonio, construyeron un castillo en forma de corazón, símbolo de su unión. Tuvieron dos hijos, un varón al que llamaron Amor y una niña que fue llamada Belleza.
Ambos nunca se separaron y juntos formaron una familia llena de amor y belleza. Por su parte, Cupido siguió enamorando a las personas que andan por el mundo reclamando amor y Venus repartiendo hermosura y flores de su propio jardín. Por eso hay quienes dicen que al llegar la primavera renacen estos dos dioses que nos llenan al mundo de ternura, perfume y color.
Jennifer Arano
Un día, mientras se miraba al espejo, se peinaba con su cepillo de plata para salir a buscar flores a su jardín, cerca de su palacio.
Juntaba las flores más bellas. En ese momento vio a Cupido, el dios del amor. Cuando éste la observó juntando flores, quedó tan prendado que proclamaba hacer cualquier cosa con tal de que ella lo quisiera. Como será que hasta le clavó una flecha invisible de amor en el corazón.
Desapareció Venus, entonces Cupido dijo-¡¡¡No!!! Se ha ido. Tengo que encontrarla lo antes posible porque sino el hechizo de la saeta se acabará y vendrá Atrus el dios del divorcio, separará a todas las parejas que he formado y no seré más el dios del amor.-
Cupido salió volando para encontrarla, pero era inútil, no la veía por ningún lado. Preguntó en castillos, palacios y templos. Se cansó de tanto andar y no encontrar respuesta, entonces decidió tomar energías luego de dormir una siesta.
Se acostó en las raíces de un frondoso árbol. Luego escuchó que una puerta se abría y al ver se dio cuenta de que era ella. Dijo-¡¡¡Si!!! ¡¡¡Es ella!!! Entonces sacó su flecha de amor, la colocó en su arco y apuntó directo a su corazón.
-¡Di en el blanco!- se dijo e incorporándose de un solo salto vio venir a su amada corriendo con una bellísima flor entre sus cabellos. Los dos extendieron sus brazos y fueron al reencuentro. Se abrazaron tan fuerte que ya nadie logró separarlos.
Luego de contraer matrimonio, construyeron un castillo en forma de corazón, símbolo de su unión. Tuvieron dos hijos, un varón al que llamaron Amor y una niña que fue llamada Belleza.
Ambos nunca se separaron y juntos formaron una familia llena de amor y belleza. Por su parte, Cupido siguió enamorando a las personas que andan por el mundo reclamando amor y Venus repartiendo hermosura y flores de su propio jardín. Por eso hay quienes dicen que al llegar la primavera renacen estos dos dioses que nos llenan al mundo de ternura, perfume y color.
Jennifer Arano
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