Hace mucho tiempo, en el Monte Olimpo, una joven llamada Afrodita buscaba a su amor desesperadamente, aunque ella era la diosa del amor no podía encontrar el suyo propio. Varias veces había tratado de enamorar a jóvenes dioses pero todos sus intentos fallaban.
Una noche, mientras ella dormía, Hera corrió hacia su cuarto para hablarle. La despertó y le dijo que no gritara pero Afrodita al verla lanzó un grito de terror y dijo:-¡por los dioses de mis dioses! ¿Quién eres tú?
-Soy la diosa del paraíso- respondió.
Afrodita preguntó de qué paraíso y Hera le dijo que era un gran bosque donde se ubicaba el “manzanero del amor” y que si ella quería encontrar al verdadero amor debía comer una manzana cortada de ese árbol. Pero además debía tener cuidado ya que había un dragón mitológico custodiando dicho arbusto. Además agregó que ese bosque lo encontraría en la tierra de los mortales.
Afrodita siguió las indicaciones de Hera; pudo despistar al monstruo y comió la más roja y dulce manzana. Luego de esto regresó al Monte de los dioses.
De inmediato, en el mismo instante en el que esto ocurrió, en la Tierra un joven llamado Prometeo lloraba porque no encontraba a su amor. Justo allí apareció Ares y le dijo quién sería su amor verdadero. Como por arte de magia Afrodita apareció justo enfrente de este titán. Éste se impresionó por la belleza sin límites que tenía frente a él.
Afrodita quedó anonadada, igual que Prometeo y sin saber porqué corrieron a abrazarse.
Durante mucho tiempo ocultaron su amor hasta que Zeus los descubrió y enfurecido encerró a la diosa en un castillo, en el medio de un bosque que estaba custodiado por centauros.
Prometeo estaba desesperado y lloraba sin parar. En ese momento apareció Poseidón y le dijo:- yo soy tu padre y Atenea tu madre; tú también eres un dios… y como tu padre te ayudaré-. Así fue que el titán, ahora un verdadero dios, aprendió a desarrollar y dominar los poderes divinos que poseía y eso fue gracias a las enseñanzas de su padre.
Cuando ya estuvo listo, se dirigió al castillo, venció a los centauros y Zeus lo observaba muy asombrado de esa magnífica fuerza interior. Es así que colocó una piedra en su camino pero Prometeo con su fortaleza pudo sacarla de allí y liberar a Afrodita.
Vencido Zeus, aceptó la boda entre ellos. Como fruto de este amor nacieron cuatro nuevos dioses: Lucrecia, diosa se los cuatro elementos, Paris, dios del agua, Casandra, diosa del futuro y Agalaz, dios del fuego.
Franco Ceballos.
Una noche, mientras ella dormía, Hera corrió hacia su cuarto para hablarle. La despertó y le dijo que no gritara pero Afrodita al verla lanzó un grito de terror y dijo:-¡por los dioses de mis dioses! ¿Quién eres tú?
-Soy la diosa del paraíso- respondió.
Afrodita preguntó de qué paraíso y Hera le dijo que era un gran bosque donde se ubicaba el “manzanero del amor” y que si ella quería encontrar al verdadero amor debía comer una manzana cortada de ese árbol. Pero además debía tener cuidado ya que había un dragón mitológico custodiando dicho arbusto. Además agregó que ese bosque lo encontraría en la tierra de los mortales.
Afrodita siguió las indicaciones de Hera; pudo despistar al monstruo y comió la más roja y dulce manzana. Luego de esto regresó al Monte de los dioses.
De inmediato, en el mismo instante en el que esto ocurrió, en la Tierra un joven llamado Prometeo lloraba porque no encontraba a su amor. Justo allí apareció Ares y le dijo quién sería su amor verdadero. Como por arte de magia Afrodita apareció justo enfrente de este titán. Éste se impresionó por la belleza sin límites que tenía frente a él.
Afrodita quedó anonadada, igual que Prometeo y sin saber porqué corrieron a abrazarse.
Durante mucho tiempo ocultaron su amor hasta que Zeus los descubrió y enfurecido encerró a la diosa en un castillo, en el medio de un bosque que estaba custodiado por centauros.
Prometeo estaba desesperado y lloraba sin parar. En ese momento apareció Poseidón y le dijo:- yo soy tu padre y Atenea tu madre; tú también eres un dios… y como tu padre te ayudaré-. Así fue que el titán, ahora un verdadero dios, aprendió a desarrollar y dominar los poderes divinos que poseía y eso fue gracias a las enseñanzas de su padre.
Cuando ya estuvo listo, se dirigió al castillo, venció a los centauros y Zeus lo observaba muy asombrado de esa magnífica fuerza interior. Es así que colocó una piedra en su camino pero Prometeo con su fortaleza pudo sacarla de allí y liberar a Afrodita.
Vencido Zeus, aceptó la boda entre ellos. Como fruto de este amor nacieron cuatro nuevos dioses: Lucrecia, diosa se los cuatro elementos, Paris, dios del agua, Casandra, diosa del futuro y Agalaz, dios del fuego.
Franco Ceballos.
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